La selva, la selva peruana, toda verde, llena de flores, ríos caudalosos, sol…mucho sol…muchísimo sol, por lo menos así es Tingo María y estando nosotros a sólo tres hora de esa ciudad, teníamos que ir.
En Tingo María, conocida como la Bella Durmiente por la forma que toma la cordillera en esa zona, hay muchas cosas que hacer, pero fuimos sólo por una noche, así que no hubo tiempo de aventurarnos, pero el tiempo que estuvimos ahí lo disfrutamos mucho.
Hace mucho años, por ahí por principio de los 90 fuimos con un grupo de amigos a Huánuco y Tingo María, eramos 9 en total repartidos en 3 carros. En esa época, todos solteros, sin hijos, no nos preocupábamos mucho por planear los viajes, simplemente íbamos, nos acomodábamos en los hoteles disponibles y ahí veíamos qué hacer, así éramos nosotros, pero no el resto, no todos, así que cuando llegamos a Tingo María llegó el motín, dos de mis amigas decidieron que querían regresar a Lima, así que al día siguiente, muy temprano nos abandonaron partiendo en dos carros con sus respectivos conductores.
Como la canción de los perritos, ahora quedábamos cuatro y un carro. Tampoco fue el desastre, quedábamos los valientes, los aventureros, los dispuestos a recorrer esa parte de la selva recién liberada del terrorismo. Nos fue genial, caminamos por la selva, entramos a cuevas, comimos delicioso y sobre todo conocimos.
Ahora, años más tarde, ya casados y con dos hijos uno se vuelve más responsable y el sentido de la aventura se hace a un costado (no muy lejos), así que planificamos mejor las cosas. Es así como a recomendación de Andrés, no mi hijo, sino el administrador de Casa Hacienda Shismay, nos pusimos en contacto con Villa Jennifer para hospedarnos ahí durante nuestras vacaciones, pero sólo una noche porque nuestro destino realmente era Shismay. Luego de haber pasado tres días maravillosos en la sierra nos enrumbamos a Tingo María. La ruta era simple, estábamos a más de 3,000 m.s.n.m, así que había que bajar a los 1,800 m.s.n.m para tomar la carretera y de ahí a sólo 120 kilómetros llegaríamos a nuestro destino.
Es increíble cómo va cambiando el paisaje, mientras nos alejábamos de las alturas, se iba perdiendo esa imagen de cerros parchados con colores ocre y verde, producto de los sembríos y los andenes.
Pero para llegar a Tingo María, primero hay que subir un poco, hasta los 2,690 m.s.n.m, durante el camino se pueden ver algunos sembríos de hortensias, yo no tenía idea de que en esa zona se cultivaban esas flores, y las hay en abundancia. Siguiendo la carretera, al llegar al punto más alto del camino nos encontramos con el túnel de Carpish, al atravesarlo la vista es impresionante, es todo verde y las nubes están tan cerca de uno que pareciera que se pueden tocar.
Algo que no mencioné es el estado de la carretera, no es muy bueno, hay zonas en las que parece hubo una lluvia de meteoritos, pero no ajenos a eso la carretera está en reparación, ¿eso qué significa? pues que hay zonas donde ya está reparada que uno avanza como la seda, otras zonas en las que aún no ha pasado la máquina, es una guerra, pero las zonas donde se está reparando, el tráfico se detiene ya que se restringe el paso de los carros, el cual se hace por turnos, primero los que van de Tingo María a Huánuco y luego los de Huánuco a Tingo María, si tienen suerte justo llegan a ese punto cuando el paso está abierto.
Eso qué implica, que el tiempo de manejo se hace un poco más largo, los chicos se aburren un poco y el hambre hace que el estómago haga ruidos voraces. Aunque de hambre no te vas a morir porque los lugareños muy atentos a esta situación, te ofrecen en el camino papa rellena o papa sancochada con huevo duro.
Pero la verdad es que no fue tan trágico, nos tocó esperar en varios sectores, pero no mucho tiempo. Lo bueno de todo esto es que después de estos trabajos la carretera quedará impecable.
Finalmente llegamos a la ciudad, llamamos al hotel para pedir indicaciones de cómo llegar, algo entendí de lo que la señora gentilmente me explicaba, lo que me asustó un poco fue cuando me dijo que había una parte del camino cerrada y que había que tomar un desvío, lo que sí me quedó claro es que había que cruzar el río…el río Huallaga.
Cruzamos por el puente y acto seguido preguntamos a la primera persona que encontramos si sabía cómo llegar, nos explicaron, avanzamos un poco y volvimos a preguntar, siempre hay que hacer eso, sobre todo en provincia, ténganlo siempre en cuenta. Una de las personas a las que preguntamos era una señora en moto (en la selva el que menos anda en moto) y como ella iba en la misma dirección nos pidió que la siguiéramos. Así fue como llegamos a nuestro hotel.
Los propietarios de Villa Jennifer son una pareja muy gentil, ella es peruana y él es danés, el nombre del hotel se debe a su hija, que se llama Jennifer. Nos recibió él, nos indicó dónde estacionar y dónde estaba nuestra habitación.
Nos habían dado una habitación familiar, con dos camas para los chicos y una para nosotras.
La habitación tenía además una pequeña terraza para que uno pueda echarse a descansar, si el calor no lo molestaba, aunque en las noches refresca.
Habíamos llegado de la sierra, estábamos con pantalones largos, zapatillas y con las casacas en la mano…el calor era fuerte, ya habíamos puesto el ojo en la piscina, con ese color celeste, tan refrescante.
Entonces decidimos que nos quedaríamos en el hotel, el conocer Tingo María lo dejaríamos para otra oportunidad, cuando la carretera ya estuviera y cuando nuestro destino final sea ése, pero ahora, ahora sólo queríamos ponernos más ligeros de ropa y almorzar, ya teníamos hambre.
Así que nos cambiamos y nos fuimos directo al comedor.
¿Qué se come en la selva? Qué tal Dorado a la Plancha con ensalada, arroz y el infaltable plátano frito.
Claro que para los niños siempre está la opción de un Chicharrón de Pollo.
Ahora sí, muy bien alimentados decidimos recorrer el hotel. Mi hijo había visto en el plano del hotel que tenían algunos animales interesantes. Como por ejemplo unos pequeños lagartos.
También había un par de tigrillos que los encontramos descansando, seguro acababan de almorzar.
Y lospapagayos, de muchos colores. Nos contaron que habían tenido monos, pero lamentablemente no recibían buen trato de algunos de los huéspedes, así que se los trasladaron a otro lugar para que los cuiden.
La parte de atrás del hotel da a un pequeño riachuelo, de aguas muy transparentes, todo rodeado de vegetación.
Hay un pequeño puente que se puede cruzar si es que uno quisiera ir a caminar por la montaña. Pero estaba bien cruzar, pero internarse por la montaña…mejor otro día…
Después de una buena caminata qué mejor que refrescarse un poco metiendo los pies en el agua.
De regreso a la piscina nos dimos el tiempo para ver las flores que había por el lugar…miles…de todos los colores, formas y tamaño, soy mujer, no puedo evitar deleitarme con ellas.
Nos quedamos el resto de la tarde tomando sol y refrescándonos en el agua, hasta que ya al caer la tarde enfrió un poco, así que nos fuimos por café, el de la zona es muy bueno. Y ya bajo la sombra, cuando el calor no es tan apremiante, uno se puede dar el gusto de disfrutar con los hijos un juego de ping pong.
Ya de noche, y después de unas cervecitas bien heladas era hora de dormir. estábamos todos en el cuarto y Adriana entró al baño, ni bien cerró la puerta escuchamos unos gritos de terror, Luis Felipe y yo estábamos tumbados en la cama y saltamos de ella como si tuviéramos resorte, corrimos al baño esperando que Adri pudiera abrir la puerta, le había puesto seguro, menos mal que sí pudo y salió con su carita de terror «¡¿qué pasa reinita?!»…»una rana mami, hay una rana en el baño». Buscamos al bicho por todos lados y no lo pudimos encontrar, después nos dijo que era una pequeñita pero que la asustó mucho porque saltó repentinamente. Nunca más pudo entrar sola al baño, no mientras estuvimos en Tingo María.
Al día siguiente nos levantamos temprano, el calor no deja que te quedes mucho rato entre las sábanas. Dicho sea de paso, Adriana durmió conmigo, no pudo dormir sola en su cama, así que ya podrán imaginar que no descansé muy bien. Pero bueno, nada que un buen desayuno no pueda arreglar: jugo de naranja, pan de la zona, el café más rico que se puedan imaginar y además torrejitas, así es, una fritura a base de huevo, tomate, cebolla y perejil. Nunca las había comido en el desayuno, pero ¿por qué no? es como comerse un omelet, pero hecho como un hot cake…comer esta torrejita dentro del pan fue una delicia.
Teníamos que dejar el hotel a medio día…sacamos la cuenta…sí, nos daba tiempo de estar un rato en la piscina, luego ir a cambiarnos, dejar la habitación y almorzar. Teníamos que regresar a la altura, así que preferí almorzar algo ligero, entonces pedí una Causa Amazónica, hecha con papa pituca y rellena con palta, huevo, cebolla roja, tomate y chonta.
Los chicos sin dudar, pollito a la plancha, en cambio mi esposito, con el estómago tan fuerte que tiene, no pudo evitar pedir Cecina con Patacones, acompañada con yuca y ensalada fresca.
El tiempo pasó bastante rápido, cuando me di cuenta ya estábamos en el carro de regreso a Shismay.
Mi esposito me prometió que regresaríamos a Tingo María, pero para quedarnos más días y así poder conocer todas las bondades del lugar, sobre todo para ir a Narajillo, la fábrica de chocolates…eso es lo que más me anima de volver.
Que bonito viaje… que ganas de conocer esa zona del Peru. Ojala en el proximo viaje. La comida tiene una pinta…. que ganas!
saludos
Gracias Jimena.
Es que en el Perú tenemos tantos sitios lindos que uno ya no sabe a dónde ir, sobre todo si las vacaciones son cortas. Además de eso la comida es muy buena donde vayas.
Espero algún día poder tomar fotos como las tuyas.
Cariños.
I’m so excited to see the causa as we had it when at a Peruvian cooking class! It looks like a wonderful holiday with something for every member of the family 🙂
Cuasa is very common in Perú, it’s very easy to make and you can fill it with whatever you want. I saw your post about Peruvian cooking class, it’s wonderful to know that in Australia people can taste our flavors.
Hola Nydia, Villa Jennifer es muy bonito, yo también he ido dos veces y espero que pronto me vaya por la tercera. Es como un oasis dentro de Tingo María.
Un abrazo,
Analí
Siiiii, a nosotros nos encantó, ese es justamente el tipo de lugares donde nos gusta quedarnos cuando viajamos. Además los chicos lo disfrutaron mucho.
Porfa, dime exactamente donde queda esa bonita casa hacienda y a que distancia queda de Tingo Maria Saludos
Hola Jorge, la Casa Hacienda Shismay está en las afueras de Huánuco, si mal no recuerdo, como 1 o 1:30 horas del centro una o hora y media, esta es su página web: http://www.shismay.com/
Hola,una pregunta estoy viajar ea necesario vacunarse??? Agradeceria me ayudes con esa duda
Hola Karen. Sí, para ir a la selva hay que ponerse la vacuna de la fiebre amarilla.
Bonito relato y bonito lugar , espero ir algun dia , es uno de los pendientes que tengo , gracias por tu cronica, slds