Una de mis galletas favoritas de toda la vida son las Galletas de Avena y Pasas. Pero en casa no les gusta mucho, no sé bien si son por las pasas o por su consistencia.

Así que, atendiendo a las necesidades familiares, probé una nueva receta de Galletas de Avena.

Siempre tengo el dilema si poner «cosas» en las galletas o no. Claro que no hay duda si se trata de las chispas de chocolate, pero ponerles pasas o nueces o frutas, es algo que por lo general en casa no me lo permiten.

Curiosamente las galletas de avena tienen también una disyuntiva: ¿les ponemos o no les ponemos pasas? El asunto es que a mi parecer las pasas complementan muy bien las galletas, porque les da un toque un poco ácido y hasta diría algo de humedad y una sensación más chiclosa, que es lo que gusta de esas galletas. Así pues, hacer la receta sin pasas vuelve a las galletas un poco más pastosas y sin gracia.

Unos días atrás conversaba con mi esposo y una amiga sobre las galletas de avena, nos quedaba claro a todos que lo rico es esa sensación chiclosa (chewy) de las galletas, pero en lo que no nos pusimos de acuerdo fue en las pasas. Y la opción de no ponerles pasas ni la mencioné porque considero que su ausencia las seca más, por lo menos en sensación.

Pero quedó rondando en mi cabeza cómo hacer unas galletas de avena que no necesiten el adicional de las pasas y así mi esposo las pueda comer. Y es que él no come pasas. Nada más que discutir.

Revisando mis libros de cocina, encontré una receta de Galletas de Avena que, si bien menciona como opcional el agregar las pasas, la relación entre harina y avena me resultó interesante, puesto que lleva bastante más avena que harina. Y según la explicación dada en el libro, ese ratio hace que las galletas no se sientan secas o pastosas.

Una de las sugerencias que da el libro es que las galletas deben hacerse más grandes que las galletas comunes. Yo normalmente uso una cucharada de masa para las galletas, pero se sugería que para este caso se usen dos cucharadas de masa por galleta.

La primera tanda que hice las hice con dos cucharadas, pero no sé, no me quedaron bien, se expandieron bastante y se doraron mucho por el borde, y eso que las dejé menos tiempo en el horno que lo que indicaba el libro. Así que decidí hacerlas como siempre, una cucharada de masa por galleta. Quedaron mejor.

Ahora bien, el hecho que tenga menos proporción de harina hace que las galletas se expandan bastante y no llegan a quedar perfectamente redondas, pero eso no interesa mucho si el sabor es bueno.

Y ahí vino mi dilema, porque cuando probé la galleta le sentí sabor a mantequilla y casi muero. Y entonces se preguntarán, ¿eso es bueno o malo? Pues depende. En mi caso yo no puedo con la mantequilla, es decir, puedo comer cualquier cosa que haya sido hecha con mantequilla, siempre y cuando no sepa a mantequilla.

Pero eso es cosa mía, porque a todos en casa les encanta la mantequilla, y mientras más, mejor, así que asumí que quizás estas galletas no estaban del todo mal, y así fue. Cuando mi esposo probó las galletas puso cara de felicidad, y qué les puedo decir de Andrés, a él también le gustaron. El que se sienta la mantequilla es un punto a favor de las galletas.

Por mi lado, bueno, no todo me tiene que gustar, y si bien en el blog no publico recetas cuyo resultado sea malo, el hecho que a mi familia les haya gustado es más que suficiente para compartirla con ustedes.

El paso a paso para preparar estas Galletas de Avena lo pueden ver en este video.

Y aquí tienen la receta completa para que la puedan imprimir: